Ernesto.
El sol y el viento se unen en una caricia, una caricia suave, una de lunes, una de vacío y libertad.
No hay más ruido que el de la poesía misma.
No hay más vacio que tu espacio.
No hay nada, no queda nada, no tengo nada para ti.
Tengo solo un dolor inmenso, un estúpido cabello largo, unos desprecios de la gente que me rodea.
No pertenezco a este lugar…
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