Lo que siempre sucede, me da frio. Luego calor. Después hambre,
tal vez algo de sed.
Aquí parece que quiere llover, pero nadie se decide, ni yo
ni las nubes. Hasta hace algunos años creía que había elefantes a los cuales
les ataban globos y ellos lanzaban el agua de sus trompas. Algo así.
Cuando más pequeño me imaginaba que los gigantes juntaban
las nubes para regarlas.
Era de esa época de tu vida en la que te invitan a una
fiesta de un tipo que no conoces. Al llegar, como es usual te sientes incomodo.
Vez algunas caras largas, otras felices, pero todas ebrias. El salón estaba
lleno y en cualquier otro momento me pasaría la clase divagando, hoy no. Hoy es
mi día, hoy me complicare la vida con preguntas estúpidas, adivinare nombres y
tratare de reconocer gestos de personas con las cuales no interactuó. Hoy voy a
ser un tipo de esos que vez desaliñados y medio metidos en sus asuntos. La verdad
es que yo soy bien sin chiste.
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