No he podido siquiera escribir
una simple línea. Pareciera que la migraña se ha encargado de irme marcando el límite
de lo posible. Cosas para agradecer después de todo. No hay ya demasiadas cosas
por las cuales preocuparse, es decir, todos sabíamos que terminaría así; de
alguna manera la idea me pone melancólico, pero ya sabes, suelo ponerme melancólico
a la menor provocación. Detesto, desteto realmente cuando simplemente me dicen “¿Qué
novedades?” probablemente me lo dicen en el buen sentido, pero siempre termino tomándolo
de mala manera, es decir, siento como si simplemente siguiera viviendo para
darles noticias a gente que no sabe nada al respecto.
Ahora es simplemente una vaga
idea de los 17, ya sabes de cuando no hay nada más importante que girar
alrededor de algunas noches. De cuando uno miente respecto a fumar y anda por
toda la maldita ciudad con la mochila repleta de cigarrillos. Sabes, fue
extraño desde el comienzo, pues estábamos todos en una banca y yo simplemente
estaba sentado ahí asumiendo que tu conocías a esos payasos, por tu parte
estabas sentada ahí asumiendo que yo conocía a esos payasos. De lo que va el
asunto es que nunca vamos a madurar, no lo digo respecto a cómo percibimos la vida, más bien es respecto
a cómo lidiamos con nosotros en cuanto a nosotros mismos; siempre vamos a terminar
teniendo 17 años. Eso es lo bonito del asunto.
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