Hoy comenzó mi recorrido
aleatorio para encontrarme con Allen (Woody); no tenía muy en claro al
principio como seria todo al vernos después de tanto tiempo, pero ya saben cómo
son estos asuntos. Los viejos amigos jamás olvidan, sobre todo si les debes
dinero; el lugar era el más extraño que he visitado en los últimos meses, pues había
de todo, incluyendo globos de cantolla, que realmente siempre los hay en todos
lados, pero me sorprendió encontrarlos tan fácil y de pronto. El lugar estaba
medio vacío, cosa que debí sospechar desde un principio, pues no le gustan las
cosas concurridas; frente al zita, con unos dos tipos ajenos a la situación entre
risas y garabatos. Al llegar, un hola invade el ambiente y el café libera algo
de aroma, todos sonríen y proceden a los suyo, a largarse, pues es un encuentro
privado entre dos viejos amigos que apenas y se han visto. La verdad, no tengo
idea ni de como comenzar y no quiero arruinarlo todo diciéndole que amo su
trabajo y sus ideas y su cerebro y que deberían estudiar su cerebro. Más bien comienzo
con sus inicios con sus fuentes (como diría jordan) de quienes les aprende. La verdad
eso nos aburre, ambos bostezamos, el
café se ha enfriado, vamos por la segunda taza y decidimos estirar las piernas
un poco, entre la ciudad llena de baches y camiones locos, las palomas van
sorteando los espacios que les dejan los transeúntes. De golpe comenzamos a
hablar de mujeres, pues de verdad creo que las mujeres son una especie de
examen de algebra para el cual no has estudiado nada y además tienes el tiempo
encima, aunado al hecho de que estás en tu tercera oportunidad y es la prueba
clave para determinar que sucede con la materia; podría parecer que uno está
muerto en una situación así, no es en vano que hechos como esos ponen a uno a reflexionar
en su vida, en como carajos llegó hasta determinado momento, no estoy hablando
de cual ruta de camión o que día de la semana te acomoda en el asiento frente a
una clase entera esperando respuestas; hablo de cómo es que de niño todo era
jugar entre risas y calles; arroyos secos, algunos árboles y parques olvidados.
De pronto un rayo de salvación sale entre todas las preguntas y
cuestionamientos: Una pregunta de rescate. Con las mujeres nunca se sabe, esa
pregunta puede ir desde el clásico ¿Me quieres? Pasando por el no menos pero
igualmente peligroso ¿Qué te gusta más de mí? Y finalmente el ¿Recuerdas cuándo
fue la primera vez que nos vimos?. Si no tiene suerte, pueden transferirle a un
departamento de policía en Afganistán y salvar más vidas en una misión suicida
de un sistema complejo de explosivos, pues hay una lógica humana detrás de todo
eso. Al menos es lo que allen menciona; justo hemos llegado al mercado Juárez,
el icono del centro, el origen de los oficios, el hambre invade nuestros espíritus
aventureros en una ciudad no tan sofisticada como lo es monterrey, con una
taifa de transporte urbana que ronda el cuarto del salario mínimo, pero eso es
historia de otro momento, el punto central es el mercado Juárez, el paseo por
el centro viejito y la denominación de lo que es el espacio y sus habitantes
llenos de tareas y pendientes en situaciones que pueden ser asfixiantes. Al menos
eso fue lo que entendí entre tanta charla que al final bien podría ser una
terapia frenética de dos tipos que no se entienden del todo.
8.1.14
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