Chica de blusa verde y abrigo
gris, de contrastes negros; perdida en los límites de la ciudad que pretendes
conocer, con el cabello afanado y la mirada crédula. el norte se ha girado unos
quince grados mientras revisas la hora en el andén, no hay respuesta de lo que
se supone uno debe esperar. el tiempo tiende a transcurrir en un sentido
irreversible, mientras la tranquilidad te va llenando el rostro. de todas
maneras suelo ser un estúpido de lunes a viernes, ¿Por qué he de cambiar mi
rutina los fines de semana?
El estar pretende siempre un
desgaste, y yo estoy aquí, frente a ella, frente a lo que implica el estar un
fin de semana, en los límites de la ciudad que pretendo conocer, con la mirada crédula,
con la hora incorrecta y el lugar un poco desfasado, con los ruidos amontonándose
entre los secretos que llevas bajo el abrigo. no son esos los secretos que me
intrigan del todo, me intrigan más los secretos que te roban la voz y algunas
veces la forma de los ojos; los secretos que te roban el sueño a momentos y que
hacen tener un desvelo crónico en la oficina, mientras los correos se amontonan
con peticiones fuera de lugar y muchas veces sin sentido.
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