La vida es la náusea constante de
quererte ver, de encontrarte de improviso en una calle transitivamente oscura y la luna
menguando. el silencio que incomoda la ciudad que nos rodea, se va haciendo
cada vez más pequeño y la luz de los semáforos es el margen perfecto para ser
unos incautos, como siempre. nunca había notado del todo el color del caos que
llevas contigo, la cotilla de las trenzas y el dobladillo de tu falda.
sé que probablemente no importa
del todo el tiempo que llevamos inertes entre estos vacíos urbanos bien
planeados , que no importa ni el policía de junto que parece hacerme unos malos
gestos que entonan perfecto con tu mirada. lo único latente es la confrontación
que puede existir en una ciudad tan pequeña como la nuestra.
Parece que el taxista ha hecho
caso omiso a tu llamado de auxilio, el semáforo sigue dando unos minutos de
ventaja mientras te piensas bien tu huida; siempre me va mejor el papel de bastardo,
que el de tipo escurridizo.
Procederé a caminar de regreso a la
estación
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