Tengo un extrañamiento para contigo –léase te extraño y te
anhelo- y justo ahora, soy un iluso árbol esperando el próximo amanecer, estoy
en los finales del ocaso y cada despedida promete un nuevo encuentro. Aunque
ciertamente hay promesas que suelen no cumplirse, como quien queda con los
conocidos a los cuales ha visto por casualidad en una calle poco transitada y
sabemos se mienten con la promesa del próximo encuentro. Pero ahora tengo la
certeza de que contigo es diferente, pues el sol es la promesa por excelencia y
justo ahora dude, tú eres mi sol. –lamento lo burdo de la comparación, pero así
es con el extrañamiento, le hace a uno ser de lo más ajeno-
al final, ni ajeno, ni extraño, te espero.
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