De pronto todos los días se
sienten como estar de viaje, como si fuera un extranjero, me siento ajeno a las
cortinas, las sabanas e incluso a mi pijama. Como sí todo el acumulado de días
que suceden entre cada paso por tu presencia, son días ajenos a todo. Me he
estado desfasando de los días, estoy fuera de lugar, el espejo ya no me regresa
la imagen correspondiente y tengo por seguro que estoy escribiendo en un día
distinto; me siento un anacronismo cuando no estás aquí.
Tanto ser marinero para terminar
extrañando el llegar al puerto, el saberse a salvo y con una calma, que aunque momentánea
brinda las fuerzas necesarias para poder salir a tropezar de nuevo con las
mareas, para sentirse en casa de nuevo. No hay una manera más adecuada de
decirlo.
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