Las nuevas memorias se escriben con tus brazos abiertos, mientras
sonríes y me abrazas. A lo lejos descansan la tristeza y el mar de
oportunidades que conlleva. No hay nada en este mundo que no quiera para ti en
un domingo.
Es tarde para volver a casa y los regresos siempre me han parecido
absurdos. Tengo esa leve sensación de fuga, mientras te quiero en la premura de
la lluvia que se evapora sobre el asfalto.
De pronto hay algo
en tu mirar que sorprende los encuadres venideros; perplejos, sin escape y
aguardando su destino, los asaltas de un golpe. Acorralados como un
domingo en sus últimas horas, se mantienen firmes esperando su destino,
destino que ignoran del todo. A lo lejos veo que caminas en mi dirección y
entonces el privilegio es mío, la más grande de las victorias
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