Tripas de paloma, el ruido del tráfico, el olor a comida
rápida; un atardecer como cualquier otro día.
Me gustaría decir que se trata de una poesía, pero es un día
cualquiera en la ciudad. una tarde que muere a los pies de la congestión
vehicular mientras el aire arrecia el otoño, la lluvia sigue el camino a lo
largo de las calles. caminar, notificaciones y distracciones constantes; apenas
y puedo recordar el hilo narrativo de mi pensamiento. no recuerdo la última vez
de un ataque de nostalgia, suceden demasiadas cosas, pareciera que la finalidad
de la tecnología es distraer en lugar de facilitar. la brecha que se supone debió
desaparecer se acrecienta como la siguiente oleada de carros a la espera de la
luz verde.
La rutina se debe hacer de manera breve para garantizar su asimilación,
no hay aprendizaje en una ejecución rápida de las tareas repetitivas. Queda la
esperanza de que en algún punto entre la llegada y el deceso pueda tener un
punto cumbre y vivir de manera óptima, saber que me hago experto cada día que
pasa. me agobia la muerte.
Me gustaría tener una idea unificadora de todo lo que he
venido tecleando desde el comienzo, pero solo es un fragmento entre la deriva
de llegar a casa, una ventana durante la hora pico, un chascarrillo de elevador
o la conversación respecto al clima mientras se busca algún vínculo más
profundo.
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